miércoles, 28 de diciembre de 2011

Lucía.

Lucía tiene unos hermosos ojos negros que son indiscretos como vecina solterona, unas largas piernas que de niña la hacían siempre pasar las peores vergüenzas y de adulta se las envidian las mujeres  aunque no se las miren los hombres.  Lucía es morena y tiene un cabello oscuro que de origen es rizado pero que vive alisando y domando como si cambiándose el peinado lograra domarse las ideas.   Lucía es analítica como investigador de morgue y directa como autopista de peaje, es dulce pero casi no se le nota, es desconfiada de las buenas intenciones y agradecida con las buenas noticias.  Lucía tiene unos labios breves que cuando sonríen dejan descubiertos unos dientes parejos en los que ha invertido su sueldo desde el primero que ganó empeñada en lucir una hermosa sonrisa como único tesoro.

Lucía es apasionada en lo que hace y tímida ante los retos, Lucía recibe agradecida de la vida lo que va apareciendo que le explique los enredos del alma y lo comparte entusiasta con todos los que a ella se le van ocurriendo pudieran estar padeciendo del mismo mal para el que encontró un alivio.  Lucía es sociable, disfruta salir y comer fuera, cenar sushi y tomar vino, Lucía es seria cuando está poniendo atención y se sonroja como manzana cuando no puede controlar un pensamiento atrevido que se le escapa por los ojos que indiscretos la traicionan.

Lucía no se daba cuenta que él la veía,  llegaba allí como llegaba a cualquier empresa de las del listado para el día, con sus mil penas a cuestas, pensando  en el ticket del parqueo y en la cuenta del supermercado,  ella le atendía amable como atendía a todos aunque jamás dejó pasar desapercibido los modales de caballero y los ojos buenos.  Lucía le miraba temblar sin distinguir sus ansias, le miraba desde su posición laboral, le miraba como se mira al que toma las decisiones y no se percató de cuanto tartamudeaba, de las manos sudando, ni de los ojos viajando alejados de la presentación empresarial.  

Años, muchos años pasaron y Lucía siguió su doloroso camino por la batalla que emprendía cada mañana contra el mundo, unos días radiante de positivismo llegaba hasta la elevada oficina en que él se gasta la vida, él sonreía y le daba tres frases de conversación que ella siempre interpretó como  inusual cortesía. Otros, los días grises, llegaba Lucía cargando el mundo entero sobre sus hombros, callada, con la siniestra sombra de la derrota rondándole la mirada, entonces él se esforzaba, conversaba de más y sus ojos buenos se transformaban en un torrente de ternura que ella interpretaba como solidaridad.

Lucía que conocía solamente el amor en el que uno de los dos da todo y el otro lo recibe exigente,   tomó años  en distinguir el amor callado de aquel hombre discreto, lo encontró primero en la prisa por  verla, no dejó que nadie sino él la atendiera siempre, cada presentación, cada visita, siempre él.  Lo fue reconociendo en la amabilidad de sus maneras, en sus sonrisas tímidas y sus palabras temblorosas.  Una noche se descubrió a sí misma con una de aquellas sonrisas magníficas interrumpiendo la rutina de sus sueños, despertó agitada, se regaño severamente e intentó dormir de nuevo pero solo consiguió fantasear con los recuerdos, desordenados recuerdos de aquel caballero y sus combinadas corbatas de seda y sus anteojos  de marco delgado y su reloj perfecto.

Lucía se moría de miedo porque una cosa es soñar una noche con la sonrisa de un amor  tan hermoso como prohibido y otra muy distinta es tomarse un café expresso mientras te cuenta despacio de su vida como si no le estuvieran robando el tiempo a la vida que celosa espera a  que vuelvan a la realidad que les espera afuera implacable y sin disimulo posible.  Lucía terminó el café y se dejó querer como quién inocente no se entera que sonriendo con los ojos llena el ambiente de suspiros disimulados en sonrisas nerviosas.  Días, semanas pasaron mientras él pudo reconocer la puerta del alma que ella dejó abierta desde aquel mensaje en que le hizo sentir como si nada de lo demás tenía ninguna importancia solo él y sus ojos buenos, solo él  tartamudeando mientras la invitaba a comer un almuerzo, cien veces se sobó las manos en el pantalón intentando inútilmente secar el sudor indiscreto.

Lucía se chocó contra el amor y no sobrevivió, le desnudaron los ojos y le leen el alma desde el primer saludo, se le coló despacio pero firme, perdió la batalla por querer sin amor  y está al borde de la locura compartida que solo da la pasión cuando se atiza el fuego de lo secreto.   Mil sonrisas de media mañana se descubre  solita en medio del tráfico, mil dudas se espanta cada noche con una llamada que le calla los pensamientos y le alborota los sentimientos como mariposas en invernadero.

Lucía se queda sola en su cama gigante mientras él regresa a su cama compartida en donde jura que la sueña,  por eso cuando tienen el lujo de un par de horas juntos, ella le toca despacio para sellarlo, lo besa en cada centímetro del cuerpo para que ninguno de sus átomos se olvide de ella mientras cumple con su responsabilidad del amor bendito con apellido y domingo.   Lucía ya no llora mientras se baña, Lucía ya no carga el mundo sobre sus hombros, Lucía ya no lamenta los lunes, porque los lunes prometen cielo.  Lucía se chocó contra el amor y no sobrevivió,  le invadieron los sueños y  le prometen paraísos que casi siempre se cumplen.

Lucía se esconde del mundo con una soltería sin tristezas  que nunca falta quien cuestione, Lucía sabe que nada así de prohibido dura para siempre y que algún día se termina como se terminan los sueños, pero igual lo ama mientras dure porque no se deja pasar algo tan bueno, aunque se pague con lágrimas, si igual los malos amores cobran muchas lágrimas que ni siquiera desquitaron con tanta gloria.  Él casi nunca toca el tema porque el secreto le come los sesos cada día de los cinco en que se hablan, él lleva a cuestas las ganas y el horario desordenado, él la quiere como se quiere lo que no se tiene del todo, y ya se despidió de ella pensando que un día de estos, la tierra gira y aparece un buen amor que no tiene como requisito andarse escondiendo y se acaba el paraíso y queda solo el recuerdo, la satisfacción de no romper con la responsabilidad porque la familia es siempre primero y nadie quiere huir de un hogar donde no pasa nada, ni siquiera gritos, donde no se dan explicaciones ni se exige felicidad como requisito indispensable.
Lucía está viviendo el amor más grande de su vida mientras tiene que huir de sus propios pensamientos, de las preguntas de los demás y de la culpa, Lucía está viva y ese amor es su oxígeno, Lucía se chocó contra el amor y no sobrevivió.

Mientras le leo estas líneas Lucía abre grandes sus almendrados ojos oscuros y su rostro moreno se palidece por unos segundos mientras aprieta sus finos labios haciendo un puchero divino, me mira y como un hechizo cae una lágrima gorda sobre su mejilla suave, lentamente toma mi mano y la aprieta en silencio, en la copa queda aún un sorbo de vino, empina la copa y se toma la otra lágrima que alcanzó todavía caer sobre el vino, baja la copa y levanta la mirada, abre la boca en un intento de palabras pero no sale más que un suspiro, es casi un pujido, en un gesto automático pasa las manos por su cabello que hoy tiene recogido en una cola baja, sobria, casi elegante.  Me mira con sus indiscretos ojos intensos que desde su silencio agradecen la expiación de aquel pecado de amor, la liberación del peso de un secreto, el alivio que da tener un testigo.  En un hilo de voz como quién respira apenas Lucía me dice: Gracias por contarlo, gracias porque yo solo puedo vivirlo, solamente en algo habré de corregirla:  Me choqué de frente con el amor y gracias a eso sobrevivo.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Adolorida


Hoy amanecí adolorida, adolorida del cuerpo que es lo que menos duele, adolorida del alma que es muy doloroso y adolorida de las ideas que taladran implacables dentro de mi cabeza peleando por un lugar que no quiero darles, ya no quiero más historias, mucho menos una historia sin sentimientos, sin la oportunidad de pensar en una esperanza de amor libre, de amor bueno, de amor inofensivo.

Cómo haces para enfrentar la vida sin mí, cómo vas a asistir a aprender inglés sin mis ojos al otro lado del salón de clases, cómo planeas pasar por los mismos lugares sin la posibilidad de mi compañía en el asiento del copiloto, cómo? Cómo?  Enséñame por favor, porque yo también quiero protegerme del vacío que produce tu ausencia, enséñame por favor porque yo también quiero morir al optimismo de ser amada y amar así de intenso como cuando la puerta se cerraba y nuestros cuerpos tan diferentes encontraban el espacio perfecto en donde las dimensiones no tienen ninguna importancia y todo pareciera bastar.  Allí en donde ninguna de nuestras muertes nos oscurecía, allí en donde entrabamos listos para vivir el momento sin armaduras, sin las ataduras de pretender ser siempre quien sabemos que no podremos ser, solamente allí, allí en donde se vale reírse de todo, de ti, de mí y de nosotros juntos, allí donde te enseñe acerca  la piel y tú me enseñaste sobre el dominio propio.  Allí en nuestro espacio separado del mundo y sus reglas en donde el secreto no era necesario y tú aprendías a hablar y yo aprendía a callar y a esperar hasta que el universo entero se movía y otra vez coincidíamos.

Cómo haces para ver tu celular y no esperar mis besos, cómo haces para que un carro te llene, cómo haces para borrar mi rastro en tu cuerpo si yo tengo el mío plagado de tus marcas, cómo lograste desconectarte de mi alma vieja y mi cuerpo de niña,  si yo no puedo olvidarte, no puedo ignorar tus botas y tus pantalones desgastados, tu aspecto tosco y tu acento chistoso, tus manos grandes que me levantaban sin ningún esfuerzo aparente, cómo miras esas tontas caricaturas sin tener mis piernas enredadas en las tuyas, cómo lo logras? Cómo lo haces? Dime porque yo necesito aprender, quizá si me enseñas a aislarme de lo que amo habré aprendido la más valiosa lección en la vida y entonces en verdad dejaré de ser loca y extraña para ser solamente la mujer pequeña a la que haces gritar de pasión compartida, de energía sin límites.

Cómo dejo que el tiempo pase sin que pase nada, cómo espero mañana sin que me duela hoy, porque hoy, amanecí  adolorida, adormecida aún por el sueño de que venzamos al destino necio que nos dejó conocernos y que me dejó amarte para perderte, ummmm…..no, para no tenerte nunca, aunque fue muy bello el sueño.

Me voy y atrás dejo la esperanza de que algún día me entiendas, te dejo en libertad para que no te sientas responsable de los años que nos separan, me voy para que ya no tengas que inventar pretextos para seguir muerto en vida, me voy para que sepas que te perdono por intentar y no lograrlo, me voy tranquila aunque me duela, me voy en paz a pesar del distinto desenlace que tenía en mi mente para esta historia, me voy mi amigo, me voy pelón a donde no me persigan tus manos gigantes y tus pies enormes, me voy con mis colochos a donde no tenga que limitarme, a un amor que no le asusten mis versos, a un cariño en donde quepan los besos en cada milímetro del cuerpo, me voy para que te escondas en una guarida más grande porque aquí no cabes, aquí nunca entró tu cabeza redonda sin pelos, aquí se quedan conmigo los besos robados de labios magníficos, aquí guardaré un dulce recuerdo de lo que pudo ser y no fue, aquí me quedo yo en el mismo  pueblo de mi infierno grande, mientras te vas a viajar el mundo, cuando vuelvas sin ti, porque uno se queda exactamente en donde empieza a huir,  con gusto te devuelvo la despedida sin lágrimas, la pasión espontánea, el amor que de tanto disimular se nos miraba en los ojos.

Estoy adolorida y quisiera aprender tu técnica para no sentir, pero no puedo por más que intentaste entrenarme, perdóname por amarte sin tu permiso, por reclamarte a pesar de que siempre me advertiste que no había en tu alma espacio para el amor, perdóname por hacerte reír, perdóname por las llamadas perdidas, soy un desastre con el celular y se me pierde dentro de la cartera, perdóname por el susto, perdóname por esta carta.  Necesitaba la despedida, el reclamo, la aclaración…Hoy amanecí adolorida y me taladran implacables los recuerdos en la mente.

Tú ya te fuiste y yo quisiera saber cómo lo haces, tampoco puedo irme así, de modo que me iré a mi manera, lentamente, dulcemente, adolorida pero entera, con la lección aprendida y tus besos en la palma de mi mano, con el ruido del motor de tu carro en mi memoria auditiva, con tu juventud en mi bolsillo y las mil veces que me dijiste que tengo una cara bonita, me voy a mi modo y me resigno a que te vayas a tu manera pelón, así, sin mí y sin ti.

martes, 29 de noviembre de 2011

No pasó nada...


No pasó nada en realidad, no me besaste ni te besé, no me juraste que me amas ni tuve nunca que decirte que mi corazón se acelera cuando te veo de lejos, nadie se dio cuenta, ni siquiera él, ni siquiera ella, nadie.  En realidad no pasó nada, fue una sonrisa con ojos iluminados y un saludo idéntico al que le das a todas en ese lugar.  Ni siquiera un segundo más detuviste mi mano, ni siquiera una leve respiración fuera de lugar al momento del beso en la mejilla, nada que nadie pudiera advertir, nada,  no pasó nada.

Pasó que llegamos allí como cada jueves, en familia como siempre, ese día me dolía la autoestima porque el cierre de aquel pantalón negro no quiso subir, ese día me dolía la maternidad porque sin importar cuan pesadas estaban las verduras y el tiempo que me tomó cocinarlas y licuarlas, igual Matías no se las comió y me escupió sobre la blusa rosada para la que ahorre dos meses antes de poder comprarla, me dolía la pasión que ya no se invoca en mi cama desde el día en que por ley se rompió la cuarentena de allí en adelante puro deber, hacer el amor como quién completa un formulario para un trámite bancario, rutinario, aburrido, por cumplir y para que se quede quieto el cuerpo, con poco preámbulo, sin ninguna palabra, un par de pujidos en silencio, un beso de rigor para agradecer el momento sin tener que decir nada porque si abro la boca se puede salir la frustración y no quiero discutir ahora, en fin, me dolía la pasión, la inexistente y resignada pasión. 


Así llegue como cada jueves, puntual a la cita con el único lazo que nos queda con las ganas de hacer algo juntos y solos, un pequeño grupo de parejas cada uno con sus intenciones, cada uno en sus propias luchas, cada uno con su vida a cuestas, pero juntos intentando entenderlas, juntos intentando que alguien nos diga que al menos estamos en el camino correcto, aunque duela, porque al fin y al cabo el amor duele, no?  Solo que aquel día me dolía la tos de Isabella que no se cura con nada y que pareciera estar demasiado encariñada con sus bronquios, me dolía el pelo, de verdad, lo prometo, me dolía el pelo en la misma cola de  los últimos cuatro años, con el mismo peinado y el mismo aire de descuido, me dolía la oreja cargando los mismos aretes sin que nadie se diera cuenta, me dolía la rutina del día corriendo en el tráfico, el jefe que piensa que soy muy capaz y que siempre elogia mi liderazgo que no funciona en cuanto se cierra por dentro la puerta de la casa.

No sé cómo pude acumular tantos dolores, quizá era eso lo que me tenía enojada, un enojo secreto desde el mismo momento en que abrí los ojos  por la mañana hasta el momento extraño en que me viste a los ojos, volteaste al frente y volviste a verme de nuevo solo que esta vez con una sonrisa y un leve movimiento de cabeza.  Me dolía todo y tu parecías haberte dado cuenta, será que te fijaste que me dolían las uñas sin esmalte,  porque también me dolía el almuerzo calentado en microondas  servido sobre una torre de papeles pendientes de mi firma en mi escritorio gigante del que no me levanto más que para ir al baño y atender las reuniones de junta directiva, claro que para ser justa también me dolía la extraña e incómoda sensación de no estar haciendo bien las cosas en mi casa, me dolía el árbol artificial de navidad tirado a media lavandería y las luces enrolladas esperando a que alguien tenga tiempo para armar y decorar.  Me dolía la tristeza profunda que siento cuando Magaly me dice cada diciembre que se quiere ir a su casa y que vuelve en enero, me dolía el callado miedo que siento de que no vuelva y que mi vida se convierta en un caos descontrolado.

Me senté en la silla de la esquina al lado de él como siempre y con todos mis dolores a cuestas pero con la entereza de un roble que jamás cuenta su secreto, su secreto dolor, su secreta angustia por no ser suficiente, su secreto miedo por sentir que ocupo el lugar de alguien más,  su secreta súplica porque nadie se de cuenta que cada día dejo al menos cinco de los ítems de mi lista de actividades sin realizar y que algunas otras simplemente las delego sin volver jamás a revisarlas o pensar en ellas, Dios bendiga a mi asistente, a la recepcionista, al mensajero, a Martita por traer queso y crema frescos cada semana, a Juan por subir hasta la oficina a cobrar por el lavado del carro, a Magaly por supuesto,  por despertarse cuando el sol ni se acuerda que tiene que salir otra vez, por el orden de la cocina y los pisos brillantes, por la ropa planchada y los niños cargados para que no lloren cuando me voy y para que no corran a encaramarse en mi cuando vuelvo.  Gracias a todos los que son mis cómplices en esto de ser tantas cosas al mismo tiempo y todas a medias.

Sentadita con cara de licenciada porque ya no sé como se quita la cara que dice, tranquilos todos porque yo estoy a cargo y tengo todo absolutamente todo bajo control, sentadita allí adolorida en la profesión que se volvió en un gigantesco agujero negro absorbente y exigente que se come la mayoría de mis horas y la gran parte de mis emociones, adolorida con la tarjeta de  membrecía del gimnasio que duerme el sueño de los justos dentro del cenicero de mi carro, adolorida con las pláticas nocturnas que son como un pequeño repaso de actividades, comentarios inofensivos sobre las noticias en la vida de los demás, anuncios familiares y recordatorios de actividades.  Algo como: -Hola, me mataban los zapatos, que rico al fin poder quitármelos. – Si, yo también tuve un día pesado, pero la otra semana se entrega el reporte y espero yo que baje la presión de los socios. -Ummm, así va a ser, ya vas a ver.  En la tarde me acordé que mañana es el cumpleaños de tu mamá y mandé a Martita a que empacara aquella bufanda que compramos el otro día, te acordas?  – Ahhh, si, gracias!! No sé que haría sin ti. Te cuento que pasé recogiendo a la Luna, que perrita tan linda, la dejaron bellísima, me gusta más esta peluquería y cobran más barato.  Mira y  pagaste la tarjeta?  Yo si mandé el pago de la luz, Cristy me hizo favor de hacerlo en el banco.  – Si mi amor, todo al día, buenas noches. - Buenas noches chinita, te quiero.  –Yo también.

Misma conversación, distintos anuncios, siempre, cada noche la misma cosa que quién paga el teléfono y que cuando vence el seguro, que si Matías esta re grande y que si Isabella cortó el vestido de la muñeca de su cumpleaños, que si me duele la cabeza o si te da reflujo, que si muero de cansancio o si esta horrible el tráfico, que si la noticia esta muy fea o el café de esa marca mejor que el otro, que si ya no hay pasta de dientes o si me reí mucho de la Charo porque olvidó el celular otra vez en la mesa del restaurante solo que esta vez el mesero la corrió hasta el parqueo.  Nada nuevo pasa bajo el sol, nada nuevo pasa en mi vida, el mismo dolor, el mismo peinado, el mismo aburrimiento, el mismo almuerzo familiar de cada domingo, los mismos chistes, los mismos pleitos de Isabella y la Any por la misma muñeca, el mismo  amor rutinario de cada día, de cada semana, de cada mes, de cada año por los últimos once años.

Y yo allí, sentadita con todos mis dolores a cuestas y él que no se daba cuenta de nada de lo que pasaba hoy, debe ser por ese Iphone que vibra cada tres minutos y tú que te quedaste mirándome y mi corazón que saltó como si me hubieras descubierto robando, y el orador de hoy que inicia su charla y Susy sentada atrás de mí contándole quedito a la Mary que se le quemó la lasagna en el horno nuevo, y Pepe que no deja de mover la pierna al otro lado del pasillo y tú que me miras por tercera vez y de nuevo sonríes como quien no mata una mosca.  Y yo que ya no tengo fuerzas para salir corriendo pero que con gusto me escondería de tus ojos comprensivos y dulces.  No sé en que momento terminó la charla y todos se ríen a carcajadas, no escuché el chiste, tú también te ríes y me miras por cuarta vez, intento reírme pero seguro no lo estoy haciendo bien porque te atraviesas el salón y ahora las piernas me tiemblan, las manos me sudan y quiero esconderme debajo de la silla plegable de la que me levanté apenas hace tres minutos,  cuando estas a tres pasos de llegar y mi hipnotizada mirada no se ha podido desprender de tus ojos observadores que me tienen marcada, sonó tu celular y un triste alivio resignado se instaló en mi alma.  Contestas y dices: - si don José, vamos a coordinar mejor esos despachos para la semana próxima pero ahorita no puedo atenderlo, estoy en una reunión importante, le llamo mañana temprano y elaboramos juntos los nuevos lineamientos de despacho, si, claro, gracias, buenas noches-.  No dejaste de verme ni un segundo de la breve conversación.  Ahora estoy temblando completa, de pies a cabeza y muero de miedo que todos se den cuenta, a ti pareciera no importarte.

Lentamente mientras avanzas los últimos tres pasos hacia mí, reviso mi aburrido vestuario y siento pena de mi bolso grande que no combina con los zapatos, ya no me dan ganas de cambiar de bolso.  Sonrío con fingida normalidad mientras tomas mi mano de nuevo y me das el segundo beso en la mejilla de la noche, él está a mi lado y ella está lejos, cerca de la mesa del café.  –Ánimo!- inicias diciendo, yo me sonrojo –todos tenemos esos días en que parece que nos levantamos con el pie izquierdo, pero este día está a punto de terminar y mañana todo será mejor-.   Sonreí sin decir nada por algunos segundos y como un silbido me salió un –gracias-.

Sonreíste de nuevo y seguiste caminando, al grupo de los hombres que trabajan sin corbata, no había pasado ni un minuto de que te uniste a la conversación y todos juntos soltaron la mejor de sus carcajadas.  Todos voltearon y allí fue que me viste por quinta vez.  Se me instaló la culpa en la panza, un sentimiento frío y punzante, un dolor más a mi colección de dolores pensé,  porque me dolió que te dieras cuenta, me dolió el orgullo y me dolió la vulnerabilidad, me dolió que hayas sido justamente tú y no él, me dolió la evidencia de que conoces a la perfección mi frustración, como si fuera algo que también te pasa, me dolió estar simplemente expuesta a que cualquier grupo de cinco miradas con sonrisa bondadosa me desarmen, me dolió mucho ser quien soy y me dolió mucho todo el tiempo que pensé que esta vida era justamente lo que quería.

No pasó nada, ni un beso, ni un mal roce, nada de nada, solo me pusiste en evidencia ante mi propia realidad, solo dejaste claro lo adolorida que me siento y lo sedienta que estoy por un poco de atención, solo fuiste inusualmente amable, solo me observaste y me abordaste para contármelo, solo me confrontaste conmigo, en realidad no pasó nada feo, nada pecaminoso, pero me avergoncé mucho, me dolió y me llené de culpa porque por primera vez en once años alguien se dio cuenta que esta carga pesa, que me siento cansada, aburrida, abrumada, adolorida y que no me gusta ser esta mujer en la que me he convertido.   Sentí culpa porque me encantó la forma como volteaste a verme las primeras tres veces, sentí culpa porque me fascinó la forma como terminaste pronto tu llamada para llegar conmigo y decirme unas palabras de ánimo, sentí culpa porque por algunos segundos mire tus manos y me gusto que fueran tan blancas y tan grandes, sentí culpa porque mi imaginación te dio un beso descontrolado allí, en medio de aquel salón lleno de gente, sentí culpa porque me dio rabia que existieras, es mucho más  fácil pensar que tengo los sentimientos muertos, enterrados, sentí culpa de la enorme tristeza de que nada pasara.  Porque en realidad no pasó nada.

martes, 8 de noviembre de 2011

Queridos sentimientos:


Hola sentimientos, soy yo, decidí escribirles para pedirles perdón y para darles una explicación que creo se merecen porque seguro que no han de entender que esta pasando.   Estoy en un proceso complicado de intentar crecer y madurar, la gente dice que no se puede sino los controlo y no pongo orden como con los niños mal acostumbrados a hacer lo que quieren.   Ojalá que lo haya conseguido porque intenté dejarlos en un lugar bonito  y no en la jaula fría y oscura donde los he metido antes cuando peleaba con ustedes sin terminar de entender bien que me pasaba.  Ahora las cosas fueron un poco distintas y pensé en las opciones, escogí cuidadosamente un lugar brillante y con algunas entretenciones para que no se sintieran relegados y empezaran a enloquecerme para que los sacara.

También me mude de casa y no los traje conmigo, simplemente no podía, ustedes ya saben como es nostalgia y se pone a traerme recuerdos y a hacerme preguntas hasta que se mete conmigo a la cama por largas horas sin poder dormir en puro recordar y soñar, suspirar y llorar.  Esta vez no podía porque tengo que pagar la renta, una vez al mes antes del día 5.  Los dejé peinados y bien vestiditos para que no se sintieran abandonados pero ya me imagino como se han sentido allí encerrados con soledad que no da tregua ni un minuto y que te aparece en el baño y hasta en sueños, lo siento.  Necesitaba dejar allí al miedo porque me paraliza y nada avanza, se pone de aliado de apatía y quedo como muerta y yo tengo que limpiar cada día porque acá si no lo hago yo, no hay quien lo haga y porque si dejo que miedo me abrace me voy a poner tonta y las ideas que él me dice no me ayudan  para ser productiva.

Me traje conmigo a ironía porque ella tiene muchas familiares sueltas en el mundo y me sirve para minimizar el vacío que siento sin ustedes en mi corazón.  Se me coló un pedacito de amor y ya estoy complicada porque a ratos me estorba y a ratos lo extraño como si hubiera naufragado en una isla desierta sin cocos y sin piedras para crear un pequeño fuego, cuando amor no esta completo conmigo soy un ser inseguro e insoportable para mí misma, imagino que los demás a mi alrededor  lo han notado aunque la gran mayoría se sienten aliviados, siempre me miraban feo cuando llegaba a algún lugar con todos ustedes, ya ven que pasión es muy desobediente y siempre quiere saber más y más, nunca esta satisfecha y mira todo abrazada de curiosidad que da tanta lata cuando vamos por primera vez a algún sitio.

Aquí solita yo en mi pequeño espacio vital lleno de cosas mudas me haría mucha falta bailar, soltarme el pelo y cantar como lo hace siempre alegría, pero la deje por equivocación, como juegan tanto conmigo a las escondidas, a ratos se me revuelven y me confunden, me traje un zapato de rencor  porque tiene la mala maña de colarse sin que me de cuenta y en el momento menos pensado saca la patita metiéndome zancadillas, ya me ha hecho tropezar tantas veces que voy a ver como me deshago de él aunque la verdad no tengo idea de cómo se hace eso, voy a intentar hacerlo por obediencia e imitación y probar muchas veces hasta que me salga, quizá entonces perdón creaca un poco porque lo he visto chaparro ultimamente.

Cómo verán mi intención no es  ni era deshacerme definitivamente de ustedes, extraño mucho a ternura que cuando juega en compañía de espontaneidad son fabulosas y hacen que las demás personas cercanas se sientan tan cómodas que dejan que sus sentimientos salgan de sus jaulas y jueguen un ratito con ustedes tan mal acostumbrados a andar por el mundo sueltos, despeinados y sin cadenas.   Ya me cansé de amenazarlos con el viejo cuento de que ahora si ya voy a dejar de sentir para siempre, y al rato en las mismas, ahora que les conseguí este albergue, la razón anda de buenas conmigo y ya no peleamos tanto, de lejos me mira y me sonríe con aprobación pero no logro sentirme contenta porque no traje suficiente satisfacción.

Yo también me tengo que acostumbrar a todo esto, algunos días me miro al espejo y estoy tan vacía, tan pálida, tan aburrida y extraño como loca los días en que me reía hasta llorar o lloraba tanto hasta que mejor me daba risa yo solita de tan víctima que me ponía.  Quisiera que aprendiéramos una sana convivencia como lo llaman acá afuera, para estorbarle menos a la gente y no ser tan evidentes, quisiera que no griten tanto y que se aprendan a esperar antes de salir por mi boca transformados en palabras, quisiera que se peinen y se lustren los zapatos y nos sean como niños después de una excursión siempre con un zapato desatado y el pelo oliendo a sudor de tanto andar bajo el sol, corriendo y saltando.  Quisiera que nos organicemos y que no jueguen entre ustedes porque si salto de la razón a la pasión o del amor al miedo o de la tristeza a la desesperanza es cuando todo aquí afuera se pone feo y me cuesta mucho después enmendar el relajo.

Esperen otro ratito allí guardaditos y denme chance de solucionarme un poquito la vida, dejen que el hambre se venga un ratito conmigo porque no quiero volver a ser otra vez tan flaca y quiero pedirle a entusiasmo que salga por ratos y me acompañe en el carro mientras hay tráfico porque desde que me robaron el celular anda escondido y ya no quiere cantar conmigo usando un micrófono imaginario. Los extraño mucho sentimientos queridos pero ahorita tengo que ser madura aunque sea muy aburrido, abrumador y desgastante.  En la confusión que se armó por las hormonas y el paseo mensual que acostumbran dar entre ustedes tengo perdida  a la expresividad que se debe haber ido con las ganas irremediables de escribir porque esta carta me costó muchísimo redactarla.

Cuándo se encuentren con los sentimientos de mis amigos y conocidos cuéntenles que ya estamos madurando para que les cuenten a sus dueños, quizá nos ganemos el galardón de su respeto, mientras lo consigo me voy a inventar una manera de multiplicar el optimismo porque su valuador me dijo que anda sobrevalorado en el mercado internacional porque mucha gente cree que es contagioso y quizá si me ven con él quieran otra vez jugar a que son mis amigos porque cada día son menos y los que quedan los extrañan muchísimo.  Mónica ni siquiera me ha visto a los ojos y me pregunta todos los días por ustedes dice que tengo rarísima la voz desde que me cambie de casa y eso que no le he querido contar de esto, ya sé, ya sé, el entusiasmo de ella es nuestro mejor amigo de juegos, entre su imaginación y mi risa son capaces de armar con todos ustedes la mejor de las fiestas pero ahorita no estamos para andar celebrando, hay que trabajar y sobrevivir a la adaptación del cambio.  El hombre ese mango que nos hipnotiza a todos con solo vernos también pregunto por ustedes, se siente solito su amor cuando no alcanza la mano del mío, pero dijo que me va a tener paciencia para ver como resulta el plan porque uno tiene derecho a reinventarse.  Lis, ella si esta muy contenta, dice que me veo bien,  ya saben, ella es estricta y le gusta la disciplina que hay ahora que ustedes no están en casa, pero extraña especialmente a complicidad que es su mejor amiga.

Bueno sentimientos queridos, cuídense mucho y aprendamos pronto la lección para no pasar por esto otra vez, si?  Esperemos que tanto sacrificio valga la pena y que no se vuelvan unos trastos oxidados e inservibles como los de  aquellas personas que una vez que los guardaron tiraron la llave y jamás pudieron encontrarla de nuevo.  Yo me he asegurado de escribir los detalles de cada uno para que no se me vayan a perder, solo se trata de moderar, de aprender a vivir en este planeta donde hasta ahorita se entiende que el agua es el recurso más valioso y en este país donde decir solidaridad es llenarse la boca de caca.  Espero que me entiendan por eso los dejé al cuidado de la lógica y la razón,  eso sí, si sobrevivimos a esto, ahora sí, nos comemos de postre al éxito!!!!

miércoles, 26 de octubre de 2011

Aqui estoy, en este espacio

Cómo se mide el espacio en donde te cabe todo lo que tienes hasta ahora, todo lo material, todas las ideas, todos los sueños que parecían haber muerto para siempre y que resultó que simplemente estaban allí, esperándome. Cómo se dice en unas cuantas palabras que durante mucho tiempo pensé que no tenía nada ni a nadie mientras que la verdad era que no me tenía a mí misma, no tenía mi confianza, no tenía valor, no tenía energía, no me tenía yo y por eso todo se miraba tan diferente, tan falto de color, tan uniforme y sin ningún interés.

Una vez escuché que alguien dijo que no es el tiempo el que sana las heridas sino las buenas prácticas, ni siquiera puedo contarles que fue lo al final me sanó, ni siquiera sé si estoy sana del todo, quizá si voy para atrás lo más que lograré será un recuento histórico largo y doloroso de lo que pasó, del dolor, del miedo, de la parálisis, de cuánto duró y de quienes ayudaron en el proceso de hacerme despertar…segundo a segundo, cada gesto, cada plática, cada persona que contribuyó está profundamente grabada en mi mente y en mi corazón.

Algunos ayudaron solamente haciendo acto de presencia, estaban allí sin decir nada, otros me sacudieron violentamente con sus críticas, con sus interrogantes sin tregua para las que no tenía respuesta. Otros me ayudaron orando por mí en silencio y persistentemente, hicieron una fuerza celestial que me mantuvo cubierta, resguardada, a flote. Hubo alguien por allí que tuvo la increíble paciencia de escuchar todo lo que tuve que decir, sin importar de que tono, de que color o de que acontecimiento fuera la charla, estoy profundamente agradecida. Necesité todo un ejército de personas para sobrevivir a mi propio desastre que se extendió por años.

Hoy, mientras le quitaba el polvo a las sillas de mi nuevo amueblado de comedor, mi hijo de seis años me vio desde el sillón y me dijo: - Esta lindísimo tu comedor mamita, sos una campeona!!! - Quedé derretida, conmovida y en shock. Después el apretado tráfico de la tarde nos sirvió de pretexto para hablar sobre este estilo de vida que llevamos y me quedé admirada con los puntos de vista de mis dos campeones, mis motores, mi inspiración. Ellos me dijeron claramente como estamos mucho mejor que antes, como están felices con este logro. Mamita- dijo el mayor- si tú estás más feliz y sos una mejor persona, entonces nosotros también estamos más felices, así funciona!!.

Así que aquí estoy, en este espacio solitario que resume mi trayectoria de los últimos seis años en los que pasé por el increíble proceso de romperme por completo y volver a tomar forma, una metamorfosis en la que por muchísimo tiempo pensé me iba a quedar como una larva dentro de mi horrendo capullo, enconchada, asustada y aparentemente muerta por dentro. Durante este largo y doloroso proceso de resucitar, descubrí que llega un punto de dolor en el que simplemente dejas de sentir porque es indispensable protegerte un poco. Aquí, hundida en el fondo del pozo con lodo hasta la nariz y sobreviviendo de puntillas, aprendí que nadie, nadie más que tú misma cabes en tu pozo, y que algunos tienen pozos vecinos pero cada uno con el suyo. Allí en mi pozo entendí que la gente que se cree muy buena y muy santa para tus problemas tan terrenales en donde simplemente estas cosechando lo que tú misma sembraste, no tienen la misericordia de asomarse a tu pozo con una palabra de aliento porque tienen mucho miedo de manchar sus blancas vestiduras con tu “negatividad”.

Solo Dios, el mismo creador del cielo y la tierra que te hizo y que te ama tanto como para enlodarse con tu asqueroso fango, tomarte en brazos y sacarte de allí aun cuando sabe que tu necedad te llevará de regreso muchas veces antes de que seas capaz de comprender y perdonarte a ti mismo para no volver más al pozo, solo EL, solamente EL lo hace por ti y contigo hasta que tu corazón va sanando, tu mente se va renovando y tus ojos se acostumbran de nuevo a la luz. Entonces estas lista para una nueva etapa que por algún tiempo será solamente estar tirada medio aturdida pero al fin fuera del hoyo. Levantarse y no digamos andar, eso es un nuevo proceso.

Así de largo y doloroso como suena todo esto, también es magnífico, porque es parte de la vida, por momentos pensé que estaba sola en este asunto, a medida que pasó el tiempo y que fui capaz de levantar mis ojos y ver a mi alrededor encontré mucha gente pasando un proceso similar, mil corazones rotos llenan las calles cada día, nos topamos con un sobreviviente en un elevador a mitad de un edificio cualquiera, recibimos un café de manos de una madre que acaba de dejar a su hijo en una quimioterapia, nos hace efectivo un cheque un hombre al que su esposa acaba de informarle que ya no lo ama, nos revisa el carro un mecánico que lleva años solo y que ya perdió la fe en si mismo para reconocer el amor. Nos sentamos al lado de una madre sola que se ha divorciado dos veces y que por las noches necesita dos pastillas para dormir, no siempre nos damos cuenta, casi nunca nos percatamos, estamos siempre muy ocupados en nuestro propio dolor, hasta que un buen día, tus ojos se abren y eres capaz de ver.

Poco a poco se va rompiendo la caparazón que te mantenía aislado, al principio el sol ofende, el aire agrede, los olores marean y la simple posibilidad de vivir de nuevo aterra más que un enfrentamiento entre maras a mitad de una zona roja, es poco a poco, lentamente que comienzas a entender que te salvaste, que estás vivo y que la vida luce así, prometedora, agresivamente ofertante, violentamente radiante, impresionantemente luminosa, embriagante con sus mil posibilidades por segundo, magníficamente hermosa. Los primeros pasos son lentos y torpes pero poco a poco dan ganas de correr, de reír, de romper un vaso, de mojarse con la lluvia, de comerse un mango que te manche la cara, de dormir hasta que el sol te despierte insolente, de bañarte sin prisa, de comprarte algo solo para ti, de comer y sentirle sabor a la comida…La vida amenaza con ser divertida y sientes esa mezcla de entusiasmo, miedo y sed de aventura que es tan difícil de reconocer pero imposible de olvidar.

Así que aquí estoy, donde pensé que no iba a llegar porque en algún momento creí que había muerto sin el lujo de haber sido enterrada, porque calculé que mi corazón estaba tan roto que era incapaz de latir…Aquí estoy en un apartamento que no se mide por metros cuadrados sino por logros, ya tengo un sillón en donde ahora mismo estoy sentada escribiendo esto, ya tengo una cama, mucho más grande y más hermosa de lo que hace un par de semanas imaginé que podría tener, ya tengo un juego de ollas verdes y una planta en mi mesita de centro, ya caminé desnuda porque siempre dicen que eso es lo mejor de vivir sola y quise darme ese lujo exclusividad de la gente independiente, ya tengo 4 copas de vino solo que aún no tengo el vino, ya tengo dos bandejas para cubitos de hielo solo que aún no tengo refrigeradora, tengo una canasta llena de libros y una gaveta llena de películas, tengo un poquito de nervios, una pequeña dosis de miedo, tengo cereal en el gabinete y unas naranjas en un improvisado frutero.

Aquí estoy para contarles que sobreviví, no solamente a la primera semana de dormir sola en un apartamento, no solo a pasar días y días sin ver a mis hijos, no solo a las críticas de los que jamás se acercaron a darme un abrazo o a preguntar si había desayunado…sobreviví!! Al dolor de ver mis planes rotos, al prejuicio, al miedo de pensar que no había nada más que la vida pudiera ofrecerme o peor aún que yo no estaba en la capacidad de tomar lo bueno que la vida ofrecía porque ya todo lo mío estaba dañado. Sobreviví a mí misma!! Tengo más de lo que pensé porque no estoy solo respirando sino viviendo, porque tengo amigos que valen su peso en oro y diamantes, tengo dos hijos fabulosos que están vivos y que sobrevivieron a mis desastres, tengo hambre y ganas de comer, tengo una cama y puedo dormir la noche completa sin pesadillas, tengo fe y ya sé que la fe se renueva cuando la vida nos reta con una cima más alta que la anterior.

Aquí estoy en un espacio propio, privado, libre en donde me cabe todo lo que tengo pero no limita lo que soy, sola, sí, estoy sola y a ratos es muy jodido, pero no siempre me siento sola. Aquí estoy y puedo contarlo, quizá algunos de los que lean esto no puedan ver más que la depresión y piensen, pobre mujer herida, pero aún así escribo esto para los que leen con los ojos del alma, para los que están saliendo apenas del hoyo pantanoso y todavía tienen en la piel pegado el cochino olor de la derrota, para los que están a la orilla del camino sentados en una piedra dura viendo como los demás viven la vida sin atreverse si quiera a ponerse en pie, escribo esto para que lo lean aquellos que como yo han dado apenas su primer paso y ya quieren celebrarlo…escribo esto para los que están dentro, hundidos en el pozo de la desesperanza, asustados, resignados, aterrados, enojados, enterrados…yo no puedo, ningún ser humano más cabe allí porque ese es tu pozo personal, pero Dios, Jesús con su blanca y perfecta vestidura, se mete contigo y te mantiene a flote, te saca y te vuelve a sacar todas las veces que sea necesario. No puedo decir cuánto durará para cada uno, no puedo dar una serie de pasos o una receta, no puedo hacer otra cosa que decirte, que asegurarte que llega un momento mágico, magnífico, magnánimo en el que simplemente te das cuenta que estás vivo y de vuelta en ti mismo.

Aquí estoy, este es mi espacio, un espacio recién descubierto que huele a triunfo, que sabe a valentía, que es un gran reto y que todavía me provoca sentimientos que no soy capaz de describir. Por ratitos me siento absolutamente feliz y a ratos me urge compañía, pero ya estoy viva, de pie, he dado mi primer paso y se siente fabuloso, el que llegó hasta este punto y tiene algo bueno que decir, por favor dígalo porque me urgen porras, ánimo, el que llegó hasta este punto y tiene preguntas, por favor guárdeselas, el departamento de cuestionamientos está cerrado hasta nuevo aviso, el que llegó hasta este punto y tiene críticas o “sugerencias”, por favor busque otra amiga pues yo ya no estaré disponible, el que llegó hasta aquí y no entendió el punto por favor no lea más lo que escribo porque nunca antes he escrito algo tan auténtico y no quiero hacerle perder su tiempo…el que llegó aquí después de llorar un ratito, reír un ratito y todavía quererme un poquito, hola!!! Esta soy yo y estoy viva, se reciben invitaciones para celebrar y regalos para decorar mi apartamento, gracias por escuchar, gracias por esperar a que regresara, gracias por existir!!!!